Posiciones de yoga



Postura de la montaña (Tadasana):

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Párate con los pies paralelos. Para darte estabilidad puedes separar ligeramente los talones. Mira hacia el frente, con la quijada paralela al piso, con la columna recta y los brazos a cada lado del cuerpo, estirados, al igual que los dedos de las manos. Relaja los hombros. Activa los muslos y la columna y siente cómo se elevan. Expande el pecho, eleva el abdomen y abre los hombros. Siente cómo “creces” desde el piso y tu columna se estira hacia el cielo. Distribuye muy bien el peso en los dos pies y plántate muy bien en los dedos y la parte frontal del pie. Respira profundamente y toma conciencia de cada parte de tu cuerpo, cómo estás parado firmemente sobre la tierra y cómo esta te da solidez y vitalidad. Una variación de la montaña es con las manos juntas frente al pecho, manteniendo los hombros relajados. Cierra los ojos y haz diez respiraciones lentas y profundas. Tadasana nos hace conscientes del cuerpo, nos da estabilidad interior y nos conecta con la tierra. 




Postura del árbol (Vrksasana):
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Comienza en la postura de la montaña. Junta tus manos frente a tu pecho, manteniendo los hombros relajados. Lleva la mirada a un punto fijo a la altura de tus ojos. Eso te ayudará a mantener el equilibrio. Lleva todo el peso de tu cuerpo a la pierna derecha. Plántate muy bien en los dedos y la parte frontal del pie. Levanta el pie izquierdo y lleva la planta a la parte interna de tu muslo derecho, los dedos de tus pies apuntando hacia el suelo. Si te es más cómodo, apóyala en tu pantorrilla, pero nunca sobre la rodilla. Puedes mantener las manos juntas sobre el pecho o elevar los brazos hacia el cielo, estirados a cada lado de tu cabeza, como un árbol que crece. Mantén la postura durante treinta segundo y repite con la pierna contraria. El árbol nos da concentración y equilibrio físico y mental. 
 



  
Guerrero I (Virabhadrasana):

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Comienza en la montaña y separa las piernas alrededor de 1.2 metros de distancia. Gira el pie derecho 90 grados y el izquierdo 45 grados. Los talones deben estar alineados. Mantén la pierna izquierda estirada y firme. Gira el torso hacia la derecha y dobla la pierna derecha en un ángulo de 90 grados con respecto al piso (nunca más allá porque puede lastimarse), de manera que el muslo esté paralelo al piso; mira que tu rodilla esté alineada con el pie. Asegúrate de que tu cadera quede bien cuadrada hacia el frente y que no se haya abierto hacia la izquierda. Estira los brazos por encima de tu cabeza, perpendiculares al suelo, con los dedos estirados hacia el techo y mantén la postura. Respira. Repite con el lado opuesto. Esta postura fortalece piernas, los hombros y las espalda, mejora la postura y nos da la fuerza del guerrero.  




Triángulo (Trikonasana):

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Separa las piernas alrededor de un metro o 120 cm, de acuerdo con tu estatura. Fíjate que tus pies estén paralelos uno al otro y que estén apoyados firmemente. Equilibra tu peso en ambos pies igualmente y siente la estabilidad. Gira el pie derecho 90 grados hacia tu derecha. Lleva los brazos paralelos al piso, levanta el brazo izquierdo paralelo a tu cabeza. Sintiendo el estiramiento en tu costado izquierdo y manteniendo la cadera recta hacia el frente, desliza la mano derecha y déjala que se apoye en la pantorrilla o muslo (no la rodilla): donde tu cuerpo pueda llegar sin forzarlo y sin que tus caderas giren. Si tienes suficiente estabilidad, abre el pecho y gira la cabeza hacia el cielo. Respira unos segundos y cambia de lado. El triángulo es una postura que nos centra y nos da estabilidad interior. 




Perro mirando hacia abajo (Adho mukha svanasana):

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Arrodíllate y apoya las manos sobre el suelo, con la espalda horizontal y recta. Tus manos deben estar justo debajo de tus hombros y tus rodillas justo debajo de tus caderas. Levanta las cadera y estira las piernas. Abre los dedos muy bien, de manera que te den una base sólida. Empuja desde arriba, intentando apoyar los talones de tus pies totalmente contra al piso. Para que sea relajante y meditativa, abre los omóplatos y suelta la tensión en la cabeza. Mantén las piernas estiradas y siente cómo te das un buen estiramiento mientras estás bien conectado con la tierra. Estira hombros, muslos y pantorrillas, abre el pecho, y fortalece las piernas y los brazos. Se recomienda en días de calor. 




Postura del pez (Matsyasana):

Resultado de imagen de Postura del pezAcuéstate boca arriba sobre el mat o cobija. Lleva los brazos debajo del cuerpo tan pegados entre sí como sea posible, las palmas de las manos mirando hacia el suelo y tan abajo como puedas, idealmente bajo tus muslos. Mantén las piernas estiradas. Haz presión sobre tus codos y desde aquí eleva la parte superior del cuerpo, mira hacia tus pies. Luego abre el pecho lo que más puedas y manteniendo esta apertura, apoya la corona de la cabeza en el suelo, suavemente. La mayor parte del peso debe estar en los antebrazos. Respira profundamente por veinte segundos. Siente cómo tu capacidad pulmonar está siendo totalmente aprovechada. Favorece la respiración y alivia problemas respiratorios. Abre el chakra del corazón, libera emociones estancadas. 




Postura del niño (Balasana):

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Arrodíllate y pon tu frente en el piso. Una variación de esta postura es con los brazos estirados frente a la cabeza, como en la imagen para que haya un estiramiento en los hombros. Para una mayor relajación física y mental, los brazos se dejan caer hacia atrás, de forma paralela al cuerpo. Relaja los hombros y permite que el peso de la cabeza recaiga totalmente sobre el piso, dándote sosiego, apoyo y confianza. Esta es una postura de relajación, por lo que, a diferencia de otras posturas  que requieren atención, activación de cada parte del cuerpo y en algunos casos, incluso fuerza, esta postura implica lo contrario: soltar y no tener tensión alguna. Nos da calma, descanso y sosiego. 




Postura de la cabeza en las rodillas (Paschimottanasana):
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Siéntate con las piernas estiradas hacia adelante. Siente los isquiones; para esto puedes acomodar mejor las nalgas. Inhala y estira los brazos hacia el lo más que puedas a cada lado de tu cabeza y conservando este estiramiento, exhala y dóblate hacia delante desde la cadera, como tu fueras a tocar la pared que tienes en frente. Cuando ya no puedas estirar más hacia adelante, pero conservando la columna recta, agarra tus dedos de los pies, pero si no alcanzas (¡no importa!) agarra tus tobillos o pantorrillas. Asegúrate de que tus pies siguen juntos, flexionados, las piernas estiradas. Cierra los ojos. La idea no es llevar la frente a las rodillas, sino el pecho hacia los muslos. Respira profundamente y al exhalar intenta bajar un poco más, desde el pecho. Una de las posturas clásicas, estira toda la parte posterior del cuerpo, mejora la digestión y se dice que ayuda a disminuir la grasa corporal. 




Torsión espinal (Ardha matsyendrasana):
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Siéntate con las piernas estiradas, los pies flexionados y la espalda recta. Lleva la pierna izquierda, doblada, sobre la pierna derecha que sigue estirada y lleva el muslo izquierdo tan cerca de tu abdomen como sea posible. Apoya el brazo izquierdo en el suelo y plántalo junto a tu columna, firme y estirado, con la palma en el piso y los dedos mirando afuera. Estira el derecho bien arriba, cerca a tu oreja derecha y utiliza este estiramiento para estirar aún más tu columna. Inhala y al exhalar, gira tus hombros hacia tu izquierda. Mira por encima del hombro derecho. Cierra los ojos si lo prefieres. Respira profundamente y con cada inhalación siente cómo tu columna crece y se conecta con el piso, y cómo giras más con cada exhalación. Sostén 30 segundos, y repite hacia el lado contrario. Esta es la versión sencilla de la torsión espinal que trae calma interior, mejora la digestión, disminuye el dolor de espalda, estira la columna, estimula los órganos abdominales. 






Savasana:

Resultado de imagen de SavasanaAcuéstate sobre la espalda con las piernas separadas, los pies caídos hacia los lados, los brazos alejados del cuerpo y las palmas mirando hacia arriba. Cierra los ojos. Una bolsita sobre los ojos ayuda bloquear los estímulos sensoriales. Relaja el cuello y la cara completamente, y luego haz un escaneo de todo tu cuerpo. Si identificas algo de tensión en algún lado, suéltalo. Debes estar completamente relajado. Lleva la atención a tu respiración. Respira lenta y profundamente, sintiendo cómo se eleva tu abdomen y se desinfla con cada exhalación y tu te fundes en los cojines a medida que tu mente está quieta. Haz los ajustes que sean necesarios para estar cómodo. Ahora intenta dejar el cuerpo completamente quieto y siéntelo relajado y pesado sobre el suelo. Para esto debes relajar tu mente. Siente si hay alguna tensión física o mental y libérala. Permanece así al menos 15 minutos. Savasana activa las capacidades curativas del cuerpo, nos revitaliza y nos da una relajación mental, física y espiritual profundas. 

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